TINI EN REVISTA RUMBOS
- Gaby
- 12 ago 2016
- 2 Min. de lectura
Durante años vivió enfundada en el personaje de Violetta, con el que alcanzó estatura de celebridad global. Ahora inicia la aventura de ser ella misma y brillar con luz propia en el cielo de la música. Una charla íntima, entre mates y guitarras, en la que Tini te cuenta por qué Beyoncé es lo mejor que hay en el mundo y no se hace la distraída cuando la pinchamos con Lali Espósito.

Son las once de la mañana de un viernes helado aunque soleado. Allí está Ella, relajada en un sillón que mira a un ventanal. Está rodeada por tres personas que la peinan, la maquillan y le ceban mate, mientras Martina Stoessel, de ella se trata, se pinta los labios y manipula su mega ipad con precisión de cirujana: Beyoncé, Justin Bieber, Pharrell Williams, algo de Enrique Iglesias suenan al taco…

Martina se percata de la presencia de Rumbos, sonríe cálida, invita a ponerse cómodos, mientras ultima su puesta a punto cantando y hasta dando unos pasitos de baile a lo Michael Jackson. Parece una puesta en escena. No lo es. Martina respira y exhala música. “¿Les gusta ésta? ¿y ésta?”, consulta mientras ofrece un mate dulce. “Soy así, nací así, con este amor por la música. Lo llevo en la sangre”, explica ante una embelesada mirada, como podría ser la de un fan, que se clava en sus movimientos acompasados.
Está hiperactiva. Va y viene. Habla, pide y testea vestuarios. Camina de aquí para allá. Siempre con su teléfono en mano. Se pierde en una escalera cargando dos o tres vestidos. Está con ganas y exterioriza su generosidad con los fotógrafos, que la ametrallan con flashes, polaroids (sí, la de la imagen instantánea) y videos. Ella vacila un poco, pide ver y luego borrar algunas imágenes, pero vuelve a posar corrigiendo lo que no le gustó. Es estilizada, esbelta, todo le queda bien y su rostro esculpido nada tiene que envidiarle al de las diosas de Hollywood.
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